domingo, 15 de octubre de 2017

Querido Amigo

Querido amigo:

Lo primero de todo, es decirte hola. A pesar del tiempo que ha pasado desde la última vez que nos vimos, yo te tengo presente, por lo cual, empecemos nuestra conversación como siempre.

No recuerdo la primera vez que te vi, era muy pequeña. Una niña descubriendo mundo a través de los pasos que podía dar. 
Tú, en cambio, eras un hombre hecho y derecho. Llegabas nuevo a mi terreno, donde ahora yo soy la forestera. 
Sin embargo, te adaptaste bien. Conocías a gente, te adaptabas rápido a los demás. Eras especial. Un oso achuchable.
Podías haber sido alguien cualquiera, pero no, no eras alguien más. Desde el primer momento empezaste a sacar sonrisas a la gente, a velar por los demás, mostrar alegría y cariño a los que más lo necesitaban. Estabas en todo, en clase, y no en ella. En los voluntariados, en los momentos de reflexión... 24 horas se podía disponer de tu amabilidad.
Sí, creo que no me di cuenta de la persona que tenía delante hasta que pasaron los años, y con ello el distanciamiento. Creo que aprendí gracias a ti, a valorar los pequeños gestos, los saludos y abrazos, las sonrisas y las lágrimas. 
Porque a veces te veo. A veces te veo en las sandalias, en las tizas blancas que a veces volaban cerca para traer a alguien de las nubes. Incluso a veces en borradores. Te veo muchas veces, cuando veo a mi madre y recuerdo esa frase "sois dos gotas de agua".
Sí, porque a veces no hay que estar cerca de una persona para echarla de menos. Porque no soy familia, no soy cercana, pero si he estado presente en parte de tu vida. Formaste parte de la mía, de una buena, por lo cual eso no se olvida. No puedo imaginar el dolor de ellos.

Ahora pienso en tu fallecimiento y no puedo evitar pensar que siempre se van los que menos lo merecen. Es injusto, lo sé. Me arrepiento el día que iba caminando por la calle y no te saludé puesto que estabas hablando con otra gente. Hay veces que no sabes como reaccionar ante situaciones, y yo me siento ahora tonta por ello. No sabía si me recordarías como yo a ti.
Lloro desde que te fuiste, cuando me acuerdo de ti en cada uno de los momentos que formaste parte de mi vida. Dos años que pueden hacer demasiado en una persona. Te quiero y te echo de menos.
No merecías este final. 

Sin embargo, tu seguirás siempre con una sonrisa, estés donde estés. Y así te recordaré.
Descansa en paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario