lunes, 22 de agosto de 2016

La Gran Naturaleza Salvaje

Hoy, al escribir esta entrada, me doy cuenta de cual es mi color favorito. Mi color es el verde. ¿Por qué? Después de estos años en los que he viajado por distintas partes de España, lo sé. Me encanta la naturaleza.

Unas personas viajan por ver monumentos, culturizarse y ver mundo. Otros viajan para practicar deportes, disfrutar de la sensación de adrenalina y poder afirmar que se está viviendo el momento. Yo llevo cuatro años viajando para sentir la naturaleza a flor de piel. ¿Alguna razón? Pues puede ser porque en mi ambiente lo único que hay son cuatro árboles y millones de olivos; a lo mejor porque una parte de mi carrera se basará en botánica y el bosque en todo su esplendor ( muero de amor ) y me estoy haciendo a la idea; pero puede que no sea por ninguna razón en especial. 
Desde que tengo conocimiento la naturaleza me ha llamado. La vida que puedes sentir en un bosque no existe en tu ciudad, casa o alrededores. Llamadme loca jajaja. Pero ahora vivimos en una época en la que no disfrutamos tanto como antes y las tecnologías nos agarran y ocupan nuestra vida. ¿Dónde se han quedado las excursiones al bosque, de camping? Ay. Cada verano viajar el Norte me llena de vida. Mirad las fotos que he hecho hace una semana.

Yo observo esta imagen y puedo sentirme allí. El agua cayendo a través de la cascada con ese típico sonido incomparable, el movimiento de las ramas de los árboles en sintonía con el viento refrescante que mueve el pelo. El inexistente suelo asfaltado que da paso a rocas, tierra. Algún animalillo pequeño corretea por las copas de los árboles...

Esa sensación no la puedes sentir si no la has vivido. Montes, despeñaderos, grutas enormes y cascadas donde dan ganas de zambullirte si no estuvieran esas grandes vallas que lo impiden.

Lo que daría por perderme un día en un sitio así. Simplemente para desconectar, dejar el móvil sin cobertura y sentirme por una vez libre de todo. Vivimos en un mundo tan controlado que no podemos escapar.

Al abandonar el sitio, me vino a la mente una gran pregunta que realmente me hizo daño por dentro. ¿Quién puede tener el valor de provocar un incendio en un lugar así? Traer muerte a la propia naturaleza, la mismísima vida. ¿Qué se gana con eso? ¿Edificar? ¿Madera? Por favor, dos dedos de frente. ¿Te gustaría a ti que te quemaran tu casa? ¿Acabar con tu familia? Esto es algo que no me entra en la cabeza. La naturaleza ha estado antes que nosotros aquí y no, merece mucho respeto. Es que pienso yo la devoción y el cariño que siento a esos paisajes, rincones inexplorados, y como una persona puede sentir lo contrario.  Que dolor de cabeza.


No sé que tendrán esas personas de fondo de pantalla en su móvil, pero yo tengo todo tipo de estas imágenes. Me llenan como persona, me transmiten paz y descanso, cosa que el mundo humano no hace, solo dolor y estrés.


 Quién fuera Heidi para vivir en un sitio así... Porque ella lo disfrutaba. Los telediarios en verano arden de personas que demuestran no amar la naturaleza, quien le ha dado todo y quien un día puede robarle todo sin pestañear. Millones y millones de años lo demuestran. Nosotros no podemos creernos que dominamos a la Madre Tierra.

En twitter se pueden leer muchas cosas. Tanto buenas como malas. Pero ideas buenas no faltan.
Ideas como plantar árboles en los cementerios por cada persona fallecida. De la muerte surge la vida. ¿Qué manera más bonita de honrar a la persona? Lástima que por lo menos los cementerios que yo conozco solo usen flores que acabar marchitándose. Un árbol es algo fuerte, duradero y puro.

Otra cosa que he leído es que las personas amarían más los árboles si en vez de dar oxígeno dieran Wifi. Me parece una barbaridad pero para mucha gente acaba siendo real. El internet es nuestra fuente de vida social, profesional y comunicativa ¿Qué puede ser más valioso que eso? ¿El oxígeno? Para que, el oxígeno solo nos permite vivir. Que cabreo. Llevamos generaciones enteras sin internet, redes sociales y han sobrevivido. Salir a la calle sin estar conectado no pasa nada, lo dejo en el aire. Ahora, sin oxígeno no puedes ni quedarte en tu casa, no puedes vivir. Si perdiéramos el oxigeno, verás que rápido aprenderían algunos a echarlo de menos.

Ya lo dije en una entrada anterior, ir con el coche observando paisajes así, no es una pérdida de tiempo, es una ganancia de tranquilidad.
Una persona me dijo que me ve en el futuro trabajando en un lugar así, llevo de vitalidad, y mira, es algo que me haría feliz sin dudarlo. Belleza sin necesidad de maquillaje y tratamientos caros.
Os dejo alguna foto más porque son ellas las que deben hablar y hacer sentir a la gente de lo grande que es nuestro mundo.

Todas las fotos son hechas por mí en el parque de Ordesa y Monte Perdido







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Estoy muy perezosa con el blog, entre el calor y los pequeños viajes, pasa mucho tiempo hasta que me decido escribir algo, a pesar de que me surgen ideas constantemente. Espero que disfrutéis leyendo. Un saludo:)

jueves, 4 de agosto de 2016

Una caída, una sabia lección

Quiero caerme. No en el sentido físico, eso duele, sino en el sentido simbólico.
La vida enseña en distintas situaciones a que no todo puede ser de color de rosa, nada se nos regala. Todo lo conseguimos en base a nuestro esfuerzo, trabajo, constancia y sudor.
Sin embargo, a veces ni con esos elemento a nuestro favor se consigue llegar a la meta porque es un camino demasiado largo para mantenerse en pie. Y caes. Caes porque en un momento te das cuenta que es imposible para ti seguir recto. Caes porque llegar a pensar que la meta no merece tanto la pena para el esfuerzo que estás haciendo. Caes porque te parece injusto que otro obtenga tu premio haciendo nada comparable a todo tu sacrificio. Hay tantas razones por las que podemos quedarnos sin sentido en el camino que me costaría enumerarlas.
Siempre me gusta poner un ejemplo. Yo, por ejemplo he tenido difícil la elección para elegir una carrera. No soy de esas personas que tienen todo muy claras desde peques, nunca he sabido manejar mi futuro.
Llevo dos años aguantando un bachillerato, luego una selectividad para encontrarme en una rotonda con multitud de salidas y yo sin parar de dar vueltas. Es irónico que lo peor no fuera lo anterior, sino la impotencia de decidir qué hacer.
¿Qué ocurrió? Caí. No sabía que hacer, decidir mi futuro en unas semanas era algo que no creía posible. Me sentía impactada, horrorizada, asustada, cualquier adjetivo negativo que se te ocurra, ya que estaba rodeada de gente que sí lo tenía todo tan claro...
Cualquiera que lea esto puede pensar que es una tontería, pero una decisión, sea como sea, no debe tomarse a la ligera.
¿Qué me sacó de la encrucijada? Dos cosas. Una persona y una canción. Me ayudaron a levantarme y a enseñarme a mi misma que no pasa nada si ocurren errores. Si caigo, puedo levantarme.
Esa persona me enseñó que una vez que estás perdida, en lo bajo, debes aferrarte a tus sueños, tus metas, aunque no tengan salida o no sean lo que todo el mundo espera de ti. Hay que luchar por lo que a uno le mueve siempre. Si te llena algo, aunque parezca insignificante, aférrate a ello y eso te levantara, sin olvidarte de quien eres.
La canción que me llenó y activó completamente es la canción Alive de Sia. Como dice su nombre, estamos vivos, y que por eso da igual que cometa fallos, tengo tiempo de encontrar mi sitio, lo que nunca debo olvidar es quién soy, que no soy una persona perfecta y mi felicidad no debe depender de una decisión, sino de mi misma.
Cuando tomé la decisión de la carrera que quería hacer, me di cuenta de todo esto. Caer es lo que te enseña a ver lo que quieres, lo que no necesitas y fundamente tus pilares. Si todo fuera de color de rosa, no haría falta nada, nos conformaríamos con todo. Si no caes, no aprendes. Y sin cicatrices no avanzamos. La humanidad debe aprender a ser ella misma. Equivocarse es igual de positivo que acertar. Por eso ya no me importó hacer una lista de solicitud sin una preferencia clara, porque si fallaba, lo que no te mata, te hace más fuerte.
¿Por qué sufrimos al equivocarnos? Parece que no tenemos suficiente vida, todo debe ser perfecto a nuestro alrededor. Al fin y al cabo, es la mentalidad que nos han enseñado. Que egoístas somos.
Yo ya me he cansado de ser así. Me gusta caer, porque a pesar de las cicatrices, me voy a levantar, y, esa vez, seré más resistente, más fuerte, y sobretodo sabia.

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No entré en la carrera que solicité, me aceptaron en la segunda opción. No me llegaba la nota a lo que creía que quería por haber hecho una modalidad de bachillerato distinta a la requerida.
Caí, pasé un día que no me aguantaba ni yo misma, sin saber que hacer. Luego tranquilamente me esperé a la segunda adjudicación. En el tiempo de espera me di cuenta que la carrera que había elegido de primera opción no debía marcar mi felicidad. Si no entraba, no debía de importarme. Eso no va a marcar mi felicidad, ¡anda que la vida no da vueltas! Yo soy la juez de mi vida, y solo yo dicto mis decisiones. Error o acierto, es algo que se tomó en el pasado y puede cambiarse en el futuro.
Llegó la segunda adjudicación, no entré de nuevo y me matriculé en la segunda opción, segura de que había sido mi decisión. Me había levantado, y, si luego caía, estaría orgullosa de hacerlo por mi misma